Por: Leslie Ludy
traducción de: Karen Villarreal
Las mujeres que admiro más, tenían una importante cosa en común; ellas estaban apasionadamente, ardientemente, fervientemente enamoradas de Jesucristo. Pusieron a Jesús por encima de todo placer, riquezas, comodidades, familia, amigos, y los aplausos del mundo. Y pusieron a Jesús en el tope de sus propias agendas.
Amy Carmichael sacrificó su derecho a casarse y escogió en lugar de eso, invertir su vida rescatando 1,000 niños que serían vendidos a un templo de prostitución en la India. Su romance con Jesús excedió ampliamente el más hermoso cuento de hadas jamás escrito.
Sabina Wurmbrant sacrificó su derecho de vivir “felices para siempre” con el amor de su vida, Richard, cuando todo se redujo a una decisión entre salvar a su esposo o permanecer firme en su primer Amor, Jesucristo. Ella inspiró a su esposo a hacerle frente a aquellos que blasfemaban el nombre de Cristo, y como resultado ella y Richard fueron separados durante diez largos años.
Gladys Alyward invirtió toda su juventud y belleza en una aldea China destruida por la guerra – en lugar de suspirar por los hombres –escogiendo el servicio al Reino de Dios por encima del matrimonio, familia y las comodidades de este mundo. Y como resultado, cien violentos prisioneros fueron sometidos a silenciosa obediencia, doscientas huérfanas vidas fueron salvadas y miles fueron traídos de las tinieblas a la luz maravillosa de Dios.
Catherine Booth renunció a su derecho de un cómodo matrimonio y vida familiar –no solo permitiéndole a su esposo entregar su vida al destituido y moribundo, sino sirviendo a su lado mientras él así lo hacía. Ella escogió reuniones de oración que duraban toda la noche, largos días caminando a través de barrios marginales, y el ataque de la iglesia moderna que buscaba una existencia estable en una linda casa con cerca blanca.
Cuando estudio las vidas de estas mujeres, me sorprende y me inspira su nivel de compromiso a Jesús. Ellas no solo decían que Él era su primer amor; ellas lo vivieron. Si habían dado su derecho de estar casadas por servir a Cristo, o rendido su estilo de vida de “felices para siempre” con el que siempre habían soñado, nada era más importante que proteger el honor de su Señor y Rey.
Así debe ser con nosotros.
Mientras mas estudio las vidas de grandes mujeres Cristianas, mas reconozco que nuestra cultura Americana (aun la cultura Cristiana) a menudo nos convence que en ésta vida todo es para nosotros, en lugar de serlo todo por y para Cristo. Es mi deseo, por la gracia de Dios, tomar todas mis decisiones, elecciones y actitudes basadas en la pregunta, ¿Cómo puedo honrar y glorificar a mi Rey en este momento? Es un acto deliberado escoger ignorar lo que mi carne (y ésta cultura) constantemente me animan a hacer, lo cual es preguntar, “¿Qué es lo mejor para mi ahora mismo?” o “¿Qué cosa tengo ganas de hacer?”
Ser una madre de tres me ha ofrecido oportunidades ilimitadas para desechar mi propia agenda y servir a otros para la gloria de Dios. Atender a un recién nacido lloroso varias veces durante la noche, e invirtiendo mis mejores energías en los cambios de pañales, sirviendo jugos, y besando heridas (en lugar de tomar una siesta o relajarme en el sofá con un libro) son pequeñas formas con las que estoy aprendiendo a morir a mi propia agenda y vivir una vida entregada que glorifique a Dios. Sin embargo, estoy convencida de que estas pequeñas victorias me preparan para más grandes oportunidades de tomar mi cruz y seguirle a Él. Después de todo Jesús dijo, “Quien es fiel en lo poco también lo será en lo mucho.”
Te animaría a que mires a las áreas difíciles de tu vida. ¿Hay áreas, aunque sean pequeñas, en donde Dios quiere enseñarte como rendir tu propia agenda, morir al yo, tomar tu cruz y seguirle a Él? Puede no parecer un camino muy excitante al principio, pero es la puerta hacia la plenitud de todo lo que El tiene para ti. Las heroicas mujeres de historias pasadas tuvieron todas que comenzar por vivir una vida entregada en las pequeñas áreas de su diaria existencia. Y porque fueron fieles en lo poco, Dios les confió mucho más. ¿Estamos deseosas de seguir sus pisadas?
© Leslie Ludy
www.setapartgirl.com
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