El Costo de la Intimidad
Por Leslie Ludy
No podemos esperar una intima, apasionada diaria relación con Cristo si no estamos dispuestas a buscarle a El con todo nuestro corazón, alma, mente y fuerza. Cuando estamos preocupadas con la cultura pop y con la búsqueda de nuestro propio placer egoísta, no podemos realmente conocerte o escuchar Su voz. Pero cuando nosotras, como Maria de Betania, estamos dispuestas a entregar todo lo que consideramos preciado delante de la preciosa autoridad de nuestro amado, sin reservas, experimentaremos de primera mano que "en Su presencia hay plenitud de gozo, delicias a Su diestra por siempre."
Siempre que Dios señala algo en nuestras vidas que se está colocando en medio de una intimidad con El Mismo, nuestra carne (ese lado egoísta y pecaminoso de nuestro ser) inmediatamente comienza a patalear y gritar y protestar, diciéndote cuan innecesario es todo esto. "¡Puedes tener un caminar intimo con Dios y disfrutar los placeres de este mundo!" o "¡Si tu renuncias a todas estas cosas, vas a parecer una 'santurrona!" o "¡todos los demás Cristianos que conozco hacen estas cosas! ¿cual es el problema?"
¿Pero que te está susurrando el Espíritu de Cristo a tu alma?
El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a él. (Juan 14:21 RV60)
Si quieres experimentar personalmente la plenitud de todo lo que es Cristo entonces es tiempo de desconectarte de la voz de tu carne y de seguir el ejemplo de Pablo:
Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo. Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo, y ser hallado en él, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe; a fin de conocerle, y el poder de su resurrección, y la participación de sus padecimientos, llegando a ser semejante a él en su muerte (Filip 3:7-10 RV60)
El que ama su vida, la perderá; y el que aborrece su vida en este mundo, para vida eterna la guardará. Si alguno me sirve, sígame; y donde yo estuviere, allí también estará mi servidor. Si alguno me sirviere, mi Padre le honrará. (Juan 12:25-26 RV60)
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