La modestia en el vestir es un asunto del corazón. Necesito estar llena del Espíritu y arraigada en la Palabra de Dios para que mi corazón, mis emociones y mi mente estén en orden. Como consecuencia de ello mi apariencia externa, mi pelo, la forma en que me maquillo, el estilo de mi ropa, el ambiente a mi alrededor, mi hogar, mi lugar de trabajo —todo ello reflejará la belleza de un corazón ordenado y en paz.
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