viernes, 29 de junio de 2012

Una Lección de Humildad


" A menudo los Cristianos jóvenes inmaduros creen tener una respuesta para todo, pero los maduros reconocen tener más preguntas que respuestas."


Han sido muchas las veces que me he sentado en frente del computador para escribir sobre las cosas que el Señor me ha estado enseñando en los últimos días, pero no soy una escritora natural y no leo lo suficiente como para tener bien nutrido mi diccionario mental, y ésta es de esas cosas que no se como decir, sin encontrar palabras o manera de comunicarlo. Por 5ta vez comienzo este escrito, y espero sea el definitivo y para que sea exitoso trataré de ir directo al punto.

Por medio de experiencias, sermones, artículos, devocionales, versículos bíblicos la importancia de un corazón humillado delante de Dios ha sido la lección principal que El ineludiblemente me está impartiendo. Parece elemental a la luz de versículos específicos como Miqueas 6:8 y Salmo 51:17, pero creo que la mayoría estaría de acuerdo conmigo en que es una lección difícil de aprender en la vida cotidiana. Y se que es algo que todo Cristiano no cesa de aprender a lo largo de la vida; pero mi experiencia en los últimos meses ha sido de continua confrontación con aquellas áreas de mi vida en donde he "decido" mantener a distancia la mano de Dios. Me explico, no conscientemente, pero si ¿preventivamente?  

Duele reconocer que a una parte de mi le importa MUCHO la opinión de los demás, y mantener una apariencia de tenerlo todo descifrado más cuando-- cómo en mi caso-- crecí en un hogar Cristiano y bajo la enseñanza de principios bíblicos. Por la gracia de Dios y su amor, he entendido que nada que no sea la sangre de Cristo Jesús derramada por mi en la cruz me puede justificar delante de él y darme Vida nueva, sin embargo es mucho el trabajo que a Él le queda por hacer en mi para conformar mi corazón al Suyo, y que la opinión de Él para mi sea siempre la más importante. 

He dado algunos pasos en esa dirección, pasos de bebé, pero hacia adelante al fin y al cabo.

Cuando defenderme y tener siempre una opinión contraria en un dialogo eran antes mis elecciones naturales de comunicación, ahora he aprendido a escuchar al otro -no perfectamente- pero él me ha mostrado cuan paciente y misericordioso es conmigo cuando escucha mis oraciones y ahora puedo hacer lo mismo con los demás.

Cuando etiquetar a otros y ver la paja en el ojo ajeno era natural para mi, ahora señalar a otros es difícil cuando puedo ver la viga de mi ojo y debo reconocer que en Su gracia Dios me ha perdonado muchas veces y estoy aprendiendo a "dar gracia" a los demás. 

Cuando antes no compartía mis sentimientos, él me ha dado la gracia para expresarlos, no sólo con mi familia, sino también con mi esposo y algunas otras personas. Parece pequeño, pero se que a Sus ojos es una gran victoria. 

Cuando hablar de mis inseguridades era algo que sólo hacia con Dios, él me ha permitido entender que todos somos frágiles e imperfectos y que hierro con hierro se aguza, y ahora puedo no sólo hablar de mis temores sino también pedir oración por mi.

Eso era algo que raras veces hice en el pasado, pedir oración por mi vida y mi propio caminar con Dios me parecía antes una señal de debilidad y me daba vergüenza, ahora me doy cuenta que un Cristiano que reconoce sus luchas y acude al Cuerpo del Señor por oración y consejo es un Cristiano maduro, que no depende de su propia fortaleza sino de Dios mismo. 

 Reconocer estas brechas en mi vida ha sido como punzadas "directo a la yugular" y reconozco que en repetidas ocasiones me ha dejado como que no se ni quien soy. Y me doy cuenta que la sabiduría de Dios es perfecta, y que a menudo Él tiene que traernos a éste lugar de incertidumbre y humillación para que sólo podamos mirarlo a Él y desear la identidad de Cristo sin permanecer abrazados a una imperfecta identidad que hemos fabricado para nosotros mismos. 

No se si estoy siendo lo suficientemente clara esta vez, aun ahora me veo tentada a borrarlo todo y comenzar de nuevo no tan vulnerable, pareciendo 'mas en control'. Pero no quiero parecer, quiero ser. 
Dios nos ha llamado a la luz, y en esa luz admirable todas nuestras fallas y debilidades son expuestas, no para nuestra vergüenza sino para nuestra sanidad. Ha sido mi inconsciente error pensar que como Cristianos debemos tenerlo todo figurado y ser estas personas fuertes y nunca necesitadas, que lo saben todo y no tienen duda de nada, pero nada puede estar mas lejos de la verdad que eso, y pocas cosas tienen el poder de mantenernos cautivos en nosotros mismos que el creer que lo debemos saber todo. Como dije, ha sido mi inconsciente modus operandi, pero un rápido vistazo a las Escrituras nos enseñan una y otra vez que no son personas perfectas las que el Señor usa, sino que,


"Lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es, a fin de que nadie se jacte en su presencia"1 Cor. 28-29

"Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; Al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios." Salmo 51:17

"Jesús, les dijo: Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. No he venido a llamar a justos, sino a pecadores." Marcos 2:17

Estos versículos dejan en claro una gran verdad y es que no hay nadie justo a parte de Jesús. (Rom. 3:10) Las cosas cambian 180 grados para los que somos adoptados por Dios en Jesús, entonces adquirimos esa justicia, y nos embarcamos en la santificación de nuestras almas esperando la maravillosa glorificación. Mientras aguardamos en esa preciosa esperanza de ser como Cristo, nuestra vida aquí en el mundo, encaminada hacia la perfección estará plagada de pruebas y dolores que como cualquier procedimiento quirúrgico nos prometen que valen la pena porque seremos como Él es. Las pruebas mas dolorosas son las que el Señor le pone en el camino a nuestro orgullo propio, sin embargo son las mas fructíferas, porque son las que nos hacen más dependientes de Él mismo, de Su gracia, de Su perdón, de Su misericordia, y no de nuestras propias capacidades ni justicia. 

Creo que no hay nada que el Señor ame más que un corazón quebrantado, lo estoy aprendiendo, un corazón que reconoce su desesperada necesidad de Él y que dice, Señor haz como quieras. 

Hemos oído la frase de "ven tal cual eres al Señor," pero a menudo olvidamos que llevamos una mascara delante de los hombres. Pienso que Dios quiere que vallamos a su presencia tal cual somos y también que seamos genuinos y honestos unos con otros para que el ministerio del Cuerpo sea óptimo sin buscar impresionarnos los unos a los otros, sino en sencillez no sólo al dar sino también aprendiendo a recibir.
Estamos llamados a alcanzar a un mundo sumido en las tinieblas y debemos perseverar en ello, pero nuestro impacto en el mundo será mayor cuando nuestras manos estén extendidas también al hermano y llevemos unos las cargas de los otros, reconozcamos nuestras debilidades, aceptemos la ayuda de los demás y ministremos con compasión a los de nuestra propia casa. 

Es una lección que tiene tantas ramificaciones y aplicaciones, pero estoy dispuesta con Su asistencia a permanecer dócil y vulnerable a la ayuda de los demás, reconociendo mis flaquezas y gloriándome junto a Sus redimidos sólo en Su fortaleza.