martes, 31 de julio de 2012

¿Perdonar o No Perdonar?

Hola! nuestro computador sigue en trasplante pero de alguna manera Josh se las ha ingeniado para ponerle un disco duro externo de apoyo o algo así..la verdad no tengo ni idea (!!!) el caso es que puedo sentarme en el computador y usar del teclado para escribir en el blog. Recientemente ocurrió un incidente entre personas que son importantes para Josh y para mi y hemos visto como la falta de perdón puede erosionar y dilatar la obra que Dios hace en la vida de sus hijos. Por eso, meditando sobre el tema hoy escribo sobre el perdón. 
 


 ¿Perdonar o No Perdonar?

Nancy Leigh DeMoss dice que hay 3 razones bíblicas por las cuales es importante perdonar:
1) Jesús dijo, "Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; mas si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas." Una razón para perdonar a otros es que Dios nos va a perdonar.
2) Pablo le dijo a los creyentes en Corinto que perdonaran para que no le dieran ventaja a Satanás. Cuando no perdonamos, le damos a Satanás entrada en nuestras vidas y en el cuerpo de Cristo.

3) Finalmente, Mateo 18 describe a alguien que se rehúsa a perdonar. Dice que por esa razón fue entregado a "los verdugos." Cuando nos rehusamos a perdonar podemos comenzar a experimentar consecuencias espirituales, emocionales, y aun físicas cuando albergamos amargura en nuestros corazones.
  
La parábola que el Señor Jesús enseña en Mateo 18 nos demuestra que no perdonar las ofensas o "deudas" de otros hacia nosotros tiene consecuencias no solo en nuestras relaciones con los demás sino aun también en nuestra relación personal con Dios!

Las parábolas de la Biblia son ricas en simbología que nuestro Señor usa para ilustrarnos principios básicos de su economía.
Por ejemplo el siervo que le debía 10,000 talentos al rey y que no las podía pagar nos representa a todas nosotras, antes de conocer a Cristo, en pecado, siendo incapaces de pagar al Señor o de justificarnos delante de El en nuestra propia fuerza. Lo cierto era que el rey estaba en todo su derecho de cumplir la ley echando a la cárcel al siervo que no le pudo pagar la monumental suma. Sin embargo el siervo suplicó al rey que le concediese tiempo para pagarla. 

Hay un detalle diminuto pero de gran valor en la respuesta del rey que muy a menudo pasamos por alto en la explicación de esta parábola, y es que el rey sabia que para que su siervo le pudiera pagar toda la deuda muy probablemente tendría que trabajar toda su vida hasta poder completar la suma si es que realmente podría llegar a reunir todo el dinero. En pocas palabras el rey sabia que seria imposible que su siervo cumpliera con su promesa de pagar toda la deuda.  El rey no acepto su oferta, si no que ofreció el perdón de la deuda completa a su siervo "movido a misericordia", esto es lo que se llama "gracia inmerecida" o favor inmerecido. ¿Y no es eso precisamente lo que Dios hace con cada una de nosotras que somos incapaces de justificarnos y limpiarnos delante de un Dios santo, ofreciéndonos en Cristo Jesús el perdón de nuestros pecados gratuitamente

Cuando no conocemos a Dios ni hemos sido transformadas por El, es nuestro orgullo y autosuficiencia (presunción) los que nos llevan a creer que podemos negociar con Dios nuestra salvación, que podemos ser lo suficientemente 'buenas' como para ganarnos la entrada al Cielo,  

¿no es lo que el mundo cree? ¿Hacer muchas obras buenas para compensar las malas que hace a diario? 

Ese no es un trato justo con un Juez justo. El Señor tiene que castigar el pecado en nosotras, pero El sabe que aun cuando nosotras hallamos creído que podíamos ganarnos su favor haciendo buenas obras, no hay nada que pueda limpiar la ofensa que contra Su ley hemos cometido, violándola e ignorándola durante toda nuestra vida. Entonces como el rey misericordioso de la parábola, Dios decidió que proveería una forma en la que pudiera perdonar toda nuestra deuda y esta fue haciendo que Su Hijo, Cristo Jesús, tomara nuestro lugar para que nosotras podamos ser libres y no condenadas a estar por siempre separadas de la gracia de Dios. 

Ese es el corazón de la gracia inmerecida y preciosa del Señor. 

Imagina ahora el asombro del siervo, aquella cuantiosa deuda le fue perdonada y el realmente no hizo nada para merecerlo! 

Pero aun cuando esta es una foto preciosa de la misericordia de Dios las cosas en esta historia redentora sufren un cambio dramático que aun a las personas menos entendidas en la sabiduría divina les produce disgusto, es una de las escenas mas desagradables en las parábolas de Jesús y a muchos les repudia la clase de persona que el siervo del rey verdaderamente es, aplaudiendo así la decisión final del rey.

EL siervo, luego de ser perdonado por el rey, se encuentra con su propio consiervo, y para no alargar el asunto, lo que ocurre es que olvidando lo que el rey había hecho por el, este siervo demanda a su consiervo que le pague una pequeña deuda, cien denarios, (una considerablemente pequeña suma comparada con la deuda que el rey le había perdonado a el) pero su siervo tampoco le puede pagar, en lugar de mostrar misericordia como se le había mostrado a el, en un cruel desenfreno toma a su siervo por el cuello y le echa en la cárcel hasta que le pague. 

Antes de que miremos asqueadas esta reacción, y señalemos al siervo malo, meditemos en esto, 

¿Recuerdas a quien/quienes representaba el siervo al principio de la parábola?  
¿Recuerdas a Quien representa el rey?  
¿Quien es entonces este consiervo que le debía tan poco comparado con la deuda que le había sido perdonada a el por el Rey?

Cuando trasladamos esta historia a nuestra propia vida, podemos entender que Dios claramente es el rey y que nosotras somos el siervo, ¿pero quien es nuestro consiervo? Un consiervo es un esclavo, un siervo que sirve al mismo señor. Nosotras podemos no tener esclavos o siervos, pero entendamos el principio que aquí el Señor quiere que aprendamos y es que nuestro consiervo es nuestro hermano, ese que sirve al Señor al igual que nosotras. En este contexto entonces podemos entender que el ejemplo máximo de perdón que tenemos como hijas de Dios, esta en Dios mismo quien nos perdonó sin que nosotros mereciéramos su misericordia, y lo importante aquí es que El espera que nosotras hagamos lo mismo con cada persona/hermano(a)/amigo(a) que nos ofenda. 

En latinoamérica es común escuchar el lenguaje del "desquite" o de la "revancha", cuando alguien hace algo contra otra persona y esta dice que se va a "desquitar". Pero el Señor nos enseñó a perdonar no solo diciéndonos que perdonemos sino DEMOSTRÁNDONOS lo que el perdón es, al El mismo darnos ese perdón. 
Lo cierto es que cada vez que resentimos las palabras de alguien, o traemos a nuestra memoria la ofensa que esa persona nos causó, o miramos con desprecio a quien nos ofendió o hablamos mal a espaldas de quien nos hirió; estamos olvidando que ninguna de estas cosas que nos hirieron pueden llegar a compararse a la forma en la que ofendimos a Dios con nuestra rebeldía y pecado. 

A la luz del perdón inmerecido que recibimos de Dios, donde El olvidó todos nuestros pecados y no recordó mas nuestra rebelión, y borró de su libro nuestra deuda y nos dejó libres por medio del Señor Jesucristo, ¿podemos realmente decir que tenemos el "derecho" de guardar algo en nuestros corazones en contra de otras personas?


Jesús termina la parábola diciendo que, "...si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; mas si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas." Aquí Jesús no esta hablando de nuestra salvación, porque entonces ella dependería de nosotras mismas, sino mas bien, él esta hablando de las consecuencias de la falta de perdón, como cuando en versículos anteriores le dijo a Pedro que todo lo que atemos en la tierra, será atado en el cielo; y todo lo que desatamos en la tierra, será desatado en el cielo; refiriéndose a las cosas por las cuales tendremos que dar cuentas a Dios en el dia del juicio. Dios nos demandará razón de nuestra falta de perdón a nuestro hermano(a), porque queramos aceptarlo o no, cuando no perdonamos, estamos estorbando el crecimiento de la vida de Cristo en nosotras, con la raíz de amargura que dejamos que crezca en nuestros corazones contristamos al Espíritu, e impedimos que El pueda usarnos mas efectivamente para Su Reino. Mientras justificamos el enojo de nuestro corazón, estamos perdiéndonos de ser poderosamente usadas en las vidas de otras personas que quizás podrían beneficiarse de nuestro testimonio de misericordia, mansedumbre, y gozo en el perdón si perdonáramos a quienes nos han ofendido.


Por ultimo quiero decir que se que no es fácil olvidar el mal que hallamos sufrido y perdonar parece imposible en nuestras propias capacidades. Recordemos que lo es, para nosotras es imposible, pero así como aquel siervo que recibió la gracia del rey, de la misma forma si tu eres hija de Dios has recibido la misma gracia de El que te capacita para perdonar a otros como El te ha perdonado. (Mateo 19:26) En oración pídele a El que te ayude a perdonar. No se trata de olvidar como si nunca hubiera ocurrido, porque Dios aun se acuerda de que nosotras "somos polvo" (Salmos 103:13-14) sino que se trata de perdonar lo ocurrido, compadeciéndonos como El se compadeció de nosotras.