Experimental #1 {Realidad NO-Virtual}

 

Mas allá de las copas de los arboles que rodean nuestro patio, las montañas verdes se van tornando azules a lo lejos, la brisa sopla en mis ojos y mueve mi pelo, mis zapatos se aferran al asfalto inclinado del tejado mientras las palabras inglesas de un libro rojo salen de la boca de mi amado, sonando como el viento, barriendo las esquinas polvorosas de mi corazón. 

Es Domingo y la mañana se ha esfumado entre risas de niños, canciones, un sermón y cálidas miradas. En el pasillo de la iglesia ultimamos detalles sobre el almuerzo en el nuevo restaurante-bufete que descubrimos algunas semanas atrás y a donde queremos volver, ésta vez con nuestros amigos. Los hombres disfrutan del sazón Mexicano y Salvadoreño que ofrece el menú, nosotras semejamos isleños en busca de almejas al pasear nuestros ojos por encima de la variada mesa probando un poco de éste plato y otro de aquel. Y aunque la comida me recuerda a mi tierra, hay una NOTABLE diferencia entre la primera vez que Josh y yo visitamos el lugar y esta vez que volvimos con nuestros amigos, los Mexicanos debieron dominar en la cocina ésta vez, pienso, ¡todo está tan picante! 

Abrazos, sonrisas y un "que se repita" clausuran las horas sociales del día y decidimos volver a casa, las nubes sugieren que lloverá, y ambos parecemos estar muy cansados para una aventura más en este ocupado fin de semana. Las horas se desvanecen los Domingos, las tardes en primavera parecen detenidas perpetuamente en las 3:30. El sol nos engaña y nos hace creer que se quedará asomado para siempre, y nosotros tomamos ventaja de sus favores. Relajados, meditabundos luego de ver juntos un alarmante documental, nos miramos a los ojos, vulnerables, sensibles, más cercanos. Y recordamos la escalera que compramos para explorar nuevos horizontes, y salimos al porche y nos subimos a ella y dejamos que nos transporte a extrañas tierras...

Desde el techo podemos ver más allá de las copas de nuestros árboles, nos sentimos como los reyes del mundo, podemos ver todo a nuestro alrededor y permanecer invisibles a los que aún tienen sus dos pies apoyados en el suelo.

Y soñamos. Algo entre nosotros que la conexión virtual nunca podrá suplir, este frenesí de una era atrapada entre el googlílico "buscar" y el espeluznante "borrar."

Una vez más hacemos memoria de cómo nos conocimos, cómo fue que todo sucedió, y yo busco maneras de no incluir la epidémica palabra facebook en mi narración, Josh sonríe y me dice que no puedo evitarlo, facebook fue el lugar donde nos conocimos...

Pero, suena tan banal, tan simplista, tan...mundano.

Antes de darme cuenta, mis pensamientos han agarrado letras  transformándose en sonidos con mi voz y expreso mi preocupación: 'pero eso no hace a facebook el mejor lugar para conocer a alguien'; a lo que mi esposo responde, 'muchas parejas casadas se conocen en bares antes de ser Cristianos, pero eso no hace a los bares buenos lugares.'

...Ah, cuanto agradezco la lógica escueta de una mente brillante.

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{AVISO: Para comprender mejor el mensaje en esta entrada te sugiero que leas No Abandones Tu Cerebro Ni Corazon Cuando Visites Facebook}